"Una copa en la mano, en la otra un recuerdo y tan sólo media botella pa' olvidar."
Quien diga que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad miente, quien diga que el alcohol es malo para el cuerpo pero bueno para el corazón también. Me pregunto qué es lo que hace tan fascinante al alcohol: ¿acaso el sabor?, ¿acaso los efectos? Que algunas personas hablen del alcohol como la única salida para el "sufrimiento", que otras tantas hablen del alcohol como la única manera para la "diversión" y que otras tantas hablen del mismo como un boleto directo a la "depravación", me hace pensar en las sorprendentes consecuencias que de algo tan simple como lo es un líquido etílico, embriagante, se producen (y esto consumiéndolo o no)... ¿qué acaso el licor debería tener su propia ciencia? (No, la ingeniería no cuenta...no, Ciencia Política tampoco.)
No hay mucho que ahondar en lo referente al alcohol y sus efectos, ya los otros bloggers se han encargado de ello. Lo cierto es que en torno a este se encuentra un foco de socialización… para la mayoría de los jóvenes que gustan de “socializar” el alcohol o como comúnmente se conoce, chupe, es un tema recurrente. Presiones, curiosidad, ardidez... motivos hay muchos para tomar por vez primera, y aún más la segunda, la tercera y así sucesivamente.
La verdad, es que después de escribir este blog me iré a tomar con mis amigos, no hay mejor motivo para tomar que el simple desmadre aunque eso no quiera decir que para echarlo sea inminentemente necesario que se tenga una copa o mejor dicho un vaso de plástico en mano lleno del líquido etílico. Hablando de experiencias no hay como sacar de 4 a 6 twelves de chela semanales de un departamento bajo la mirada fulminante e incrédula de los vecinos, no hay como recorrer las calles de Xalapa por la madrugada y en la peda ir cayéndose con un amigo al lado, tampoco como ir a despertar borrachos dormidos en la calle picando con un palo su trasero y mucho menos como hacer llamadas imprudentes a mujeres que se quieren o quisieron.
Del alcohol, yo me quedo no con la frase de “In vino veritas” pues no creo que el alcohol incite a la verdad, lo que sí creo es que como se dice en la gran película de “El hombre del Alazán”: la vida hay que tomarse como a las copas, hasta la última gota.
Nota: un agradecimiento a aquellos con los que se comparte el placer de tomar, sin los cuales las borracheras no serían ni tan buenas ni tan llevaderas.
Brindo por las experiencias.