domingo, 22 de marzo de 2009

Cuando yo era chiquita tenía una playera de Mimi Mouse ...

aparecía abrazando a Pluto y tenía mi nombre en letras grandes. Tenía una mascada negra y dorada que había robado de la casa de mi abuela y una sonrisa en mi boca todos los días. Tenía el cabello a la altura de hombro, pero siempre deseé tenerlo tan largo como el de mi hermana que llegaba a media espalda. Nunca lo he llegado a tener así de largo.
Éramos tres, y siempre fuimos completamente diferentes. Ella gordita, con la nariz más bonita que he visto, unos ojos pequeños y con una mirada de alguien mayor. Siempre la tuvo así; pareciera que ella fuera sabia, que conocía más cosas que la gran mayoría, era una niña de 4 con ojos de alguien de 20. Él, es la persona que me enseñó mi sentido de humor, aquél que era rubio y una mirada de arrogancia que mantiene hasta estos días; incluso, aunque no lo acepte del todo, es de las personas más inteligentes que he conocido. Luego sigo yo, con la sonrisa de mi padre, la nariz de mi madre y el cariño de mi abuela.


[Claro oscuros en la foto. El contraste entre la luz que se refleja en el espejo y la oscuridad que emerge del piso; una silla vieja, una mesa y la puerta de siempre. Yo enfrente y ella atrás. Cuidando, riendo. Tenemos una sonrisa parecida, sólo que la de ella es madura. Ella me cuida.]


Cuando era chiquita yo jugaba ser cantante, a bailar (quería bailar ballet y lo hice en algún tiempo); ella a ser pintora; él a tocar el piano. Los desayunos de los domingos eran realmente divertidos. Nos sentabamos en la mesa los siete, pero siempre nos teníamos que pelear alguno de los tres con otro, o los tres contra los tres. No éramos una familia precisamente feliz, pero todo transcurría con normalidad. Todos los seis de enero mi madre nos iba a tomar fotos con los reyes magos, año con año, hasta que ella cumplió trece; entonces dijo "no más" y no hubo otras fotos. Yo me enojaba porque él fuera el favorito de mi madre y ella, me lo explicó "él es el jamón del sandwich" Yo lo entendí bien. Ella me explicó que Mercurio y Hanson eran buenos músicos. Yo le creí. Ella me enseñó a bailar como Fey, y fuimos a un concierto con los demás. Fuimos por helados y canastitas de pan a la Santa Clara para comerlos sentadas sobre el carro. Me burlé cuando se enamoró en un viaje de alguien llamado Phil. Tenía su nombre escrito en la pared con el clásico esmalte transparente con diamantina azul cielo. Ella entró a la prepa y le empezaron a gustar los Beatles. Quería ser bióloga marina y le daba asco cada vez que olía los pescados. Usé sus botas cafés por años, y eran mis botas favoritas; nunca he podido encontrar unas así de bonitas.

Ella me quitó a mis padres por un tiempo. Yo me enojé con ella y no se lo perdoné durante mucho tiempo. Cuatro años después, pedí perdón. He conocido verdaderamente el significado de pedir perdón por mis actos y no un "lo siento".

[Yo creo que ella me sigue cuidando.]

3 comentarios:

Gab dijo...

GEnial!

Miss Acacia Lane dijo...

Mujer, que fuerte tu post, y te admiro mucho por poder escribir de esto, creo que todos los que te conocemos lo admiramos. Te quiero!

Borchácalas dijo...

Te llevaste las palmas hoy. Realmente te llevaste las palmas.

Lo demás, ya te lo dije.

Besos.