sábado, 16 de mayo de 2009


"Una copa en la mano, en la otra un recuerdo y tan sólo media botella pa' olvidar."

Quien diga que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad miente, quien diga que el alcohol es malo para el cuerpo pero bueno para el corazón también. Me pregunto qué es lo que hace tan fascinante al alcohol: ¿acaso el sabor?, ¿acaso los efectos? Que algunas personas hablen del alcohol como la única salida para el "sufrimiento", que otras tantas hablen del alcohol como la única manera para la "diversión" y que otras tantas hablen del mismo como un boleto directo a la "depravación", me hace pensar en las sorprendentes consecuencias que de algo tan simple como lo es un líquido etílico, embriagante, se producen (y esto consumiéndolo o no)... ¿qué acaso el licor debería tener su propia ciencia? (No, la ingeniería no cuenta...no, Ciencia Política tampoco.)

No hay mucho que ahondar en lo referente al alcohol y sus efectos, ya los otros bloggers se han encargado de ello. Lo cierto es que en torno a este se encuentra un foco de socialización… para la mayoría de los jóvenes que gustan de “socializar” el alcohol o como comúnmente se conoce, chupe, es un tema recurrente. Presiones, curiosidad, ardidez... motivos hay muchos para tomar por vez primera, y aún más la segunda, la tercera y así sucesivamente.

La verdad, es que después de escribir este blog me iré a tomar con mis amigos, no hay mejor motivo para tomar que el simple desmadre aunque eso no quiera decir que para echarlo sea inminentemente necesario que se tenga una copa o mejor dicho un vaso de plástico en mano lleno del líquido etílico. Hablando de experiencias no hay como sacar de 4 a 6 twelves de chela semanales de un departamento bajo la mirada fulminante e incrédula de los vecinos, no hay como recorrer las calles de Xalapa por la madrugada y en la peda ir cayéndose con un amigo al lado, tampoco como ir a despertar borrachos dormidos en la calle picando con un palo su trasero y mucho menos como hacer llamadas imprudentes a mujeres que se quieren o quisieron.

Del alcohol, yo me quedo no con la frase de “In vino veritas” pues no creo que el alcohol incite a la verdad, lo que sí creo es que como se dice en la gran película de “El hombre del Alazán”: la vida hay que tomarse como a las copas, hasta la última gota.

Nota: un agradecimiento a aquellos con los que se comparte el placer de tomar, sin los cuales las borracheras no serían ni tan buenas ni tan llevaderas.

Brindo por las experiencias.

Mmm... ¡pero si estábamos chupando tranquilos!






"El alcohol me hace muy bien... lo que me hace mal es el aire"

Esto lo dijo una muy querida amiga que, hace unos meses, en medio de su borrachera se estampó contra la puerta de un restaurante cuando regresó a buscar su bolsa.
Esta misma amiga ayer contestó un test en donde se le pedía que describiera a sus amigos, trató de encontrar un punto que clasificara a todos y sólo encontró que lo único que los englobaba a toooodos era "bien borrachos". Esta misma amiga y yo compartimos otro amigo economista que, cuando está sobrio, le dice a mi hermano que le parece genial que se vaya a estudiar al ITAM, que es un gran lugar, pero cuando se le pasan las copas no para de decirle que es un pinche reaccionario, que el ITAM es una aberración e intenta adoctrinarlo.
El alcohol es un tema sobre el cual todos tenemos una opinión o una anécdota que gira en torno al mismo. Toda la bola de cosas que hemos dicho, hecho, bailado y cantado en un estado etílico y que, por supuesto, no se nos hubiera ocurrido hacer en nuestros cinco sentidos. No negaré todo lo que he llegado a hacer cuando me he bebido hasta el agua del florero, cosas que la verdad me llegan a remorder la conciencia por meses y meses, pero tampoco negaré que en esos estados uno tiende a decir verdades, a sincerarse con amigos que en algún momento quisimos matar, que planeamos abandonar, que en algún momento nos gustaron y que no lo queríamos decir. Todo esto, según yo, lo hacemos porque asumimos que el otro está igual o más pedo que nosotros, que las cosas son irrelevantes y que las palabras se las lleva el viento.

Todos hemos leído el famoso forward en donde se nos explican las diferentes facetas de la borrachera, casi todos las hemos vivido, los cantos alegóricos, las llamadas innecesarias, los momentos filosóficos y de elevación del espíritu, la pérdida de la conciencia y lo terrible que es que todos te recuerden después lo que dijiste, lo que gritaste, lo que lloraste y anexos. Yo no creo que a huevo los borrachos digan la verdad, hay de borrachos a borrachos, pero si creo que cuando el alcohol llega a nuestro sistema cuando éste se encuentra sensible tendemos a sincerarnos y decir todo lo que, según esto, queríamos guardarnos para nosotros mismos.

En mi caso personal, soy alérgica al tequila, me encanta la chela pero la cruda de chela es la peor junto con la del vino, el vodka sólo me gusta cuando hace mucho frío, el mezcal me pone de buenas pero me molesta no poderme tomar más de tres por razones médicas (de hecho es tres o cuatro de todo tipo de alcohol excepto de cerveza light – que no es cerveza), el ron solito me parece genial siempre y cuando se excluya todo lo que se dice que es ron y NO es ron, el whisky me gusta con agua mineral. Todos tienen su historia, todos me recuerdan a algo o a alguien y el exceso de todos me recuerda muchas cosas que no debería de haber dicho o hecho jajaja.

viernes, 15 de mayo de 2009

Salve!


Tarde pero seguro, y si acaso no alcanzo a hacer esta entrada a "tiempo", quiero que recordemos que el tiempo es relativo y que si nuestros representantes populares para aprobar un presupuesto son capaces de retrasar el reloj de la sala de sesiones, entonces me pregunto, ¿porqué nosotros no habremos de hacerlo?...
Pues bien primero que nada, quiero manifestar el honor que es escribir en este espacio y que a pesar de las dificultades y limitaciones que pueda encontrar en mi estilo narrativo, haré mi mayor esfuerzo para mantener el status que los que aquí escriben han impuesto y que de bajar el nivel... pues que el pueblo blogger me lo demande, ahora que mantengo la prerrogativa de hacer caso a esto o simplemente aplicar la de "ni los veo ni los..." leo.

En fin a lo que nos interesa, in vino veritas... es un tema muy interesante, sobretodo si tomamos en cuenta que mi relación con el sujeto de estudio es efímera y casual. El etilismo y yo somos básicamente desconocidos, no niego que ocasionalmente ingiero un buen (o malo) vino o licor, pero tampoco puedo decir que me he puesto alguna vez una peda estrepitosa, no puedo decir que conozca el placer y vergüenza que siguen a una noche de copas y que más bien mi postura en cuando a la ingesta de alcohol es mas como un mero observador, pero esta postura me lleva a poder observar el fenómeno desde otra barrera una un tanto interesante, soy el observador de mis compañeros y amigos etilizados, soy la memoria colectiva de los detalles acontecidos en el jolgorio y sobretodo soy el tipejo que se bota de la risa con los actos y comentarios de los filósofos etílicos.
No creo mucho en esta frase de que los niños y los borrachos siempre digan la verdad, creo que los primero son mas bien un grupo que se aprovecha de los adultos al hacerse pasar como pequeños ingenuos y sin malicia, cuando en verdad, todos aquellos que tenemos hermanos, primos o sobrinos pequeños conocemos sus verdaderas intenciones, ya que si fuera cierto que siempre dicen la verdad entonces cuando en la casa de los abuelos se les pregunta quien rompió el jarrón pseudochino herencia de la tía Glotilde, el escuincle confesaría su crimen en el acto, pero el instinto de preservación es mayor a tener que cumplir con el dicho ya referido anteriormente.
Ahora por el lado de los borrachos, y como mero observador puedo asegurar que este segundo grupo al que hace referencia el dicho anteriormente referido, es un grupo que por naturaleza es mentiroso, de no ser esto cierto entonces nos encontraríamos con una cantidad impresionante de pobres en los antros, y no con los grandes empresarios o hijos de papi que encontramos siempre acechando a las bellas féminas, aún cuando en realidad hayan llegado en un Tsuru que les presto su primo taxista; Lo que pasa es que el alcohol es un muy buen pretexto y es un muy buen lubricante cerebral, entonces todo aquello que se encontraba trabado por algún complejo es liberado y todo aquello que nuestros razonamientos lógicos impedían que difundiéramos porque era contrario a nuestros intereses (pero que aún así una parte de nosotros quería exteriorizar), es simplemente liberado.
Por eso es que encontramos a tanto borracho amoroso, por eso encontramos que nuestro amigo el casto y puro con un par de tequilas encima es todo un casanova, por eso podemos declarar nuestro amor tan fácilmente en un bar. No niego que ocasionalmente haya grandes resbalones y que ciertos individuos son propensos a ser buenas fuentes de información mientras se encuentran etilizados, pero no podemos generalizar esto, existen los borrachos que antes que contar sus más profundos secretos se desmayan.
En el vino no esta la verdad, en el vino esta un potente lubricante y una muy buena excusa para hablar de lo que ya habíamos pensado en exteriorizar algún día

Por el momento me despido de ustedes, no sin antes pedirles que se tomen un tequila y que exterioricen su opinión sobre lo que aquí he escrito.
E

PD. Aunque el reloj de la computadora marque ya después de las 12, en mi ser creo firmemente que sigue siendo viernes y que cumplí con mi plazo para publicar.

Solaris escribe:


Si el alcohol nos hiciera decir la verdad, sabríamos quien mató a Colosio, o de viva voz de Salinas escucharíamos si se robó la partida secreta.

Hoy sin el alcohol, me confesaré ante mis lectores.

Han pasado a mi mente y por mi vida una serie de cosas interesantes, desagradables y de todo tipo en estos últimos años. Me siento contento de haber conocido muchos amigos y amigas en la facultad, que me han enseñado tantas cosas sobre la vida, los sentimientos y tal vez hasta el amor.

A veces tomamos decisiones drásticas en la forma de actuar en nuestra vida, y regularmente son moderadas o revertidas por la vida social en la que no encontramos envueltos, un compañero llama a esto: “-ser atrapados por la doble moral-”, y lo entiendo cuando él quiere ser feliz con 2 chicas a la vez, sin que ambas salgan lastimadas, o inclusive terminen en una espiral de celos. Creo que a muchos de ustedes les ha pasado llegar al corazón de una persona cuando ya se encuentra ocupado por otra, y que media sociedad trata de impedirlo.

La doble moral también implica mentir, mentirnos a nosotros mismos, porque cuando queremos alcanzar un objetivo, pensamos en que la solución es encapsularnos en una bola de mentiras y llegar hasta donde queremos o desarrollarnos como nos guste, pero jamás alcanzamos la plenitud porque hay muchas otras personas que nos rodean de la misma manera, envueltos en la mentira.

La verdad cuesta decirla, en una sociedad que te juzga, si eres panista, perredista, marxista, gay, buga, emo de closet, o todas al mismo tiempo, pero finalmente cuando la decimos, nos sentimos liberados de conciencia y podemos entender mejor a las personas, a nuestros vecinos, replantear las relaciones con nuestros amigos.

Pero este engaño trasciende y más allá de llegar a envolver a los demás terminamos enredados en nuestras mentiras, sin saber realmente quienes somos y si realmente nuestra felicidad fue aquel objetivo que nos planteamos en un principio, y ese es mi caso, vivir envuelto en una nube de basura que había creado, que he decidido terminar cortando de tajo.

El poder decirle, a mi familia y a mis amigos lo que pienso y siento, (claro siempre y cuando quiera compartirlo y no reservármelo) nutre nuestra relación y nos hace conocernos más, también acaba con el miedo al rechazo.

Hoy puedo hacer lo que me gusta, negarme a lo que no me agrada, también conocer los verdaderos límites que las personas me impondrían y cuales son mis permisos.

A lo que voy es, que con esto no quiero promover la promiscuidad y todos quiéranse entre todos y vivía la paz mundial, pero el gran tropiezo de mi vida había sido no hablar con sinceridad por miedo, por ambición, por cálculos escrupulosos y no por experimentar por mi, algunos aciertos y errores.

El amor que se puede dar entre las personas, se puede terminar por ahí mismo, por negarnos a la verdad.

Un saludo a todos mis friends, que ya saben que se les quiere un buen, a mi vecina, que también la quiero mucho y que está bien hermosa ojalá me lea, y a mi familia, en especial a mis primas y a mi hermana que siempre anda por aquí.

jueves, 14 de mayo de 2009

La verdad y luego...

Seis años en el deporte son suficientes para tener muchas experiencias acumuladas en eso de las confesiones entre copas, que ojalá fueran de vino, la realidad es que la mayoría de las veces es en chela, whisky o lo que encuentres (consultar opciones en el post de Glo). Lo cierto es que siempre he querido sacarle la verdad a alguien cuando su estado ya no es del todo conveniente sin embargo siempre me resulta al revés.

Frases como: Yo no debería estar diciéndote esto pero te cuento que… o Desde el primer momento en que te vi me enamoré perdidamente pero no me atrevía… o Bueno, ya que estamos siendo sinceros si lo besé, pero te juro que no significó nada… la verdad es que si me gustas… yo si me lo daba… y otras indiscreciones del estilo se me vienen a la cabeza.

El hecho es que con un chupe en una mano y un cigarro en otra, ya medio tambaleante, cuando aun eres simpático o comienzas a mal copear, las verdades surgen tan fluida y naturalmente que es hasta el día siguiente cuando las consecuencias inevitables te llegan y no te queda más que justificarte diciendo:
-Neta yo dije eso?- No, pues no me acuerdo; nooo, cómo crees? eso no es cierto, sólo lo dije porque andaba borracha!- Tal vez deberíamos reconsiderar eso de ser novios- y demás justificaciones a tu larga lengua de la noche anterior.


Pero borracho no siempre se dice la verdad. Después de unos tragos cuando tus amigos te preguntan – Wey, estás bien?- respondes – Si wey, no hay pedo-, a continuación te encuentras abrazando en el mejor de los casos el retrete o la maceta más próxima y mostrándole a tu público lo que desayunaste ese día, lo cual evidencia la falsedad de tus declaraciones previas.

La desinhibición causada por el alcohol te lleva a lugares insospechados, la mayoría de las veces, no muy convenientes para tu imagen pública. Tengo una amiga que estando sobria es muy seria más al calor de las copas la ropa comienza a estorbarle tremendamente lo que trae como consecuencia que en cada peda ella termine despojándose de sus ropas enfrente de quien esté.

Mientras otras se tornan más intelectuales y comienzan a conversar con los grandes teóricos; recuerdo esa noche que inclinada en una tarja preguntaba insistente – ¿Tú qué piensas de la vida Adorno?- (refiriéndome a Theodor Adorno, teórico de la escuela de Frankfurt) quien nunca me respondió por obvias razones.

Así podría citar muchas experiencias en las que las palabras salen sin el permiso de tu voluntad, lo malo no es hablar de más, lo malo es terminar lastimando a las personas o arrastrar tu reputación por los suelos, eso ya no está bien, y lo he aprendido a la mala, así que todo tiene sus límites. Hubo una época en la que yo sobrepasé todo límite, sin embargo recapacité a tiempo y como un amigo dice: ahora ya no me ensucio y eso es ganancia!

Se dicen infinidad de estupideces, verdades, insensateces y mentiras cuando se está en alcohol pero, hay una cuestión insoslayable y que no se debe olvidar: nunca se puede dejar de decir ¡SALUD!
Una dedicatoria especial para mi amigo R. Victoria quien ya tampoco se ensucia!


miércoles, 13 de mayo de 2009

Brindo por las mujeres que derrochan simpatía,
Brindo por los que vuelven con las luces de otro día
Brindo porque recuerdo tu cuerpo, pero olvidé tu cara,
Brindo por lo que tuve porque ya no tengo nada...

Porque la vida es dura por el fin de la amargura,
Brindo porque me olvido los motivos porque brindo.
Brindo con lo que sea que caiga hoy en el vaso,
Brindo por la victoria, por el empate y por el fracaso...

Si alguna vez no brindo siquiera por tonterías,
Brindaré con silencio por la fortuna perdida.
Brindaré muy en serio por una vez en la vida,
Brindo hasta la cirrosis por la vacuna del sida...
Salud (Dinero & Amor)

Los Rodríguez

El alcohol tiene dos defectos: es adictivo y sumamente relajante y además va deformando el carácter del que lo consume. En alguna parte leí, y escuche, y me dijeron que los borrachos (y los niños) siempre dicen la verdad, nada mas falso que eso, en mi experiencia los borrachos mas que decir la verdad dicen una serie de sandeces en desorden que pretenden expresar su sentir en el momento en el que el alcohol los ha embrutecido mas de lo normal; de esta forma se encuentran declaraciones emanadas desde lo mas profundo del corazón y que, una vez filtradas por el hígado, dan como resultado joyas de la comunicación humana.
Basta que algunas personas tomen dos cervezas para que suelten sus mas oscuros deseos y sus mas ridículos pensamientos, para que se enojen con el simple hecho de decir una palabra que no les agrada, para que se tiren al suelo y se nieguen a levantarse, para que les surja el valor torero y deseen torear carros o madrear policías, para que les parezca chistoso lanzar botellas o robar letreros, sin dejar de mencionar a aquellos que en el momento de la añoranza etílica deciden obrar contra la inteligencia y toman el celular para marcar aquel número que no se atreven a marcar sobrios.

Acostumbrado, como lo estoy, a lidiar con borrachos de distintas índoles también creo que el alcohol es sumamente educativo, en lo particular no puedo dejar de sentirme orgulloso de las veces que, llevado por mi sentido materno o mi lentitud para emborracharme, he ganado valiosas lecciones en la sobriedad de mi conciencia, de esta manera he aprendido a evitar acosos de desconocidas que me llaman por otro nombre, a esquivar golpes de mujeres indignadas por razones que escapaban de mi comprender, a terapear amigos, enemigos y desconocidos, a decir lo que la gente quiere que le digas (esto se lo agradezco mas a mi instinto de supervivencia que al alcohol), a negociar, decir verdades, mentiras y por supuesto entablar pláticas que abordan temas que desconozco o alucinaciones personales, a convencer a personas de lo que no parece y en el mejor de los casos a tonificar mis músculos cargando a humanos encarnando el papel de bulto.

Soy un borracho sin convicción, no entiendo que sea el alcohol el vehículo mas socorrido para socializar, me aburren las fiestas que tienen como fin terminar vomitando y detesto a los borrachos.
En general no me gusta el alcohol, es como un amigo al que no le tengo aprecio pero he aprendido a convivir con él, divertirme con él y temerle.

(Aún así no desprecio una cerveza bien fría en una tarde calurosa o una buena plática acompañada de unos cuantos tragos de eso que llaman alcohol. )

martes, 12 de mayo de 2009

Recuento

Me gusta el vino tinto, el whisky y la cerveza. El vodka me da cruda, el ron se me hace para nacos y el vino blanco sólo con pescado. El mezcal y el pulque son seudo bebidas hippies cuando nos queremos ver folklóricos. El tequila me gusta con limón y sal. Además hay bebidas que me recuerdan ciertas personas y ciertos momentos.

El tequila me recuerda a mi padre; tequila Herradura para combinar y Don Julio solo. Con el olor de tequila, regresa el de la carne asada al carbón en domingo cuando todos nos sentamos a la mesa, los domingos son familiares. La cerveza me recuerda a casi todos mis amigos, me recuerda al último año de prepa donde tomábamos Indio y vienen a mi mente casi todos los conciertos a los que he ido. Guiness sabe a infinidad de noches muriendo de la risa afuera de mi casa, a unos ojos despistados afirmando que en la mañana comeremos chilaquiles; Carolus sabe a un ex novio y a la despedida; Paulaner sabe a Ana en Plantaciones.

El vodka con agua tónica sabe a reunión donde conocí a toda una familia y empezó mi pánico a las relaciones formales; cualquiera de las dos me da dolor de cabeza. Mezcal sabe al dinero que faltaba para algo que no fuera tonayan; sabe a los amigos más cercanos que tengo, sabe a “juguito” cuando es con boing, y a las miles de veces que tomamos dentro de la prepa; a un billar de mala muerte sobre Tlalpan. Whisky sabe a calidez, me gusta sentir el primer trago y como va pasando lentamente por la garganta; etiqueta roja me recuerda al descaro de tomarlo abiertamente a una plaza comercial con pizza; Jack Daniel’s a mis viejos amigos con los Doors, The Clash y Pink Floyd.

El vino ocupa un lugar muy especial. Sabe a ella creando y deshaciendo historias, hablando en la noche medio dormida y a medio kilogramo de galletas en el día, cuando todavía buscábamos el rayito de luz en la vida en medio de la tormenta. El vino sabe al día más feliz de mi vida, sabe a pasta a los tres quesos, a un viaje en el metro y a una venda en los ojos. El color rojo combina con sus ojos y a la felicidad desmedida de ese día. El vino tinto ayuda al corazón.

In Vino Veritas

En cierta ocasión, me tocó empedarme con un montón de desconocidos. Me quedé en casa de alguien a quien apenas conocía, y entre tanta melancolía guardada en aquél entonces, me tocó embriagarme en compañía solitaria. Tome un vodka cualquiera y robé cigarros a una chica cuya apariencia no era particularmente atractiva. Era el estilo. Fumé y bebí en la noche. Tocaron varias canciones la banda en turno y era el único prendido en toda la fiesta.

Mientras pasaba el tiempo, el vodka disminuía, mi incoherencia y torpeza aumentaban; los sentimientos hacia alguien ausente en ese momento comenzaban a brotar. Lagrimas atoradas desde siempre intentaban fallidamente escapar. Entre tanta multitud, la soledad se volvía verdad y mentirme se volvía imposible. Odiaba a mis compañeros, amaba el alcohol. Eternamente aburrido, me tomé el resto de la botella. A la mitad de una canción, mandé un mensaje. Wish you were here. La emoción de la música me invadió.

La soledad y la embriaguez son compañeras. Solamente se separan cuando llega la única persona capaz de romper de manera eficaz tu estado solitario. In Vino Veritas. El cuerpo aclama lo verdaderamente deseado.

In Vino Veritas. Te comunicas de la manera más incoherente. Es casi una lástima el sólo poder decir la verdad en ese estado etílico.

... In aqua sanitas

Lejos de que no me sienta del todo inspirada por el tema creo que padezco que sequedad mental por procesar cuestiones ligadas con eso que no debería ser tan abundante y que algunos llaman tarea, pero en fin, no vengo a quejarme.
Tengo entendido que lo interesante de esta semana es contar historias curiosas y acontecimientos únicos provocados por el exceso de alcohol en nuestros cuerpos y las atípicas consecuencias que esto implica (claro! esas que van más allá de la cruda). Pero en mi caso, como suelo embriagarme muy por debajo del promedio de un estudiante universitario de C.U. - o al menos eso percibo-no tengo asunto exótico que contar para atraer su atención. Sí, sé que es aburrido pero que le voy a hacer.
Pasando a la reflexión, lo poco que puedo decir respecto al vino exclusivamente (aludiendo de manera rigurosa al nombre del tema), es que prefiero el tinto respecto al blanco o al rosado. El vino que he bebido algunas veces acompaña a la carne roja, otras la presentación de algún libro o alguna cena familiar, en ocasiones se complementa con frutas flotantes. Excepcionalmente se comparte en copa durante una tertulia poética.
Pienso que los mejores momentos vino surgen cuando se disfruta solo y en buena compañía. El vino tiene algo elegante y sublime que va más allá del secreto que guarda en su añejado aroma, más allá de su intenso color, más allá de su milenaria y tradicional historia. Tiene algo especial que despierta al corazón y el instinto, lo hace distinto a las otras bebidas. No es el precio.