martes, 12 de mayo de 2009

In Vino Veritas

En cierta ocasión, me tocó empedarme con un montón de desconocidos. Me quedé en casa de alguien a quien apenas conocía, y entre tanta melancolía guardada en aquél entonces, me tocó embriagarme en compañía solitaria. Tome un vodka cualquiera y robé cigarros a una chica cuya apariencia no era particularmente atractiva. Era el estilo. Fumé y bebí en la noche. Tocaron varias canciones la banda en turno y era el único prendido en toda la fiesta.

Mientras pasaba el tiempo, el vodka disminuía, mi incoherencia y torpeza aumentaban; los sentimientos hacia alguien ausente en ese momento comenzaban a brotar. Lagrimas atoradas desde siempre intentaban fallidamente escapar. Entre tanta multitud, la soledad se volvía verdad y mentirme se volvía imposible. Odiaba a mis compañeros, amaba el alcohol. Eternamente aburrido, me tomé el resto de la botella. A la mitad de una canción, mandé un mensaje. Wish you were here. La emoción de la música me invadió.

La soledad y la embriaguez son compañeras. Solamente se separan cuando llega la única persona capaz de romper de manera eficaz tu estado solitario. In Vino Veritas. El cuerpo aclama lo verdaderamente deseado.

In Vino Veritas. Te comunicas de la manera más incoherente. Es casi una lástima el sólo poder decir la verdad en ese estado etílico.

2 comentarios:

José Antonio Hernández dijo...

Es verdad que la soledad y la embriaguez son compañeras, aunque no las mejores; verdad que el cuerpo aclama lo verdaderamente deseado, y que lo verdaderamente deseado sale a flote bajo los influjos del alcohol.

Aún así, yo prefiero embriagarme bajo influjos de la buena compañía y de los buenos momentos...el alchohol así sabe mejor.

ge zeta dijo...

In vino veritas


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