sábado, 2 de mayo de 2009

Manía manía manía manía manía....






Dejando de lado cualquier alusión a algo perteneciente al trastorno bipolar (es decir, estos grandes lapsos de tiempo que son depresivos o maniacos), las manías son esos pequeños detalles que están mega incrustados en nuestro sistema y que nos hacen, en cierto punto – muy pequeño punto, por cierto -, quienes somos. No son buenos o malos hábitos, son hábitos, fin.
En mi caso yo estoy llena de manías y de tics, cosas que de repente me doy cuenta de que hago y que no controlo, y otras que se volvieron como pequeñas obsesiones de mi vida cotidiana. Para empezar, cuando estoy haciendo algo (dígase meter cosas en una bolsa, buscando algo – sobre todo buscando algo -, y así) tiendo a hacer un sonidito como “tac tac tac”. Me muerdo las uñas; antes de decir algo tiendo a mover la boca hacia el lado izquierdo; fumo antes y después de comer, bañarme, dormir, etc. etc. etc. Muevo los dedos de los pies prácticamente todo el tiempo (y me han llegado a decir que cuando duermo muevo un dedo nada más), no puedo estar sentada frente a la computadora con la silla puesta como debe de ser, tiene que tener el respaldo dando hacia mi costado izquierdo; todas las mañanas, me despierto, pongo el pie derecho en el suelo del lado derecho de la cama y sólo ese es mi mecanismo para despertarme; aún cuando esté nevando afuera tengo que tener la ventana de mi cuarto abierta; no soporto que la gente me vea comer y así nos seguimos....
No se, supongo que si nos pusiéramos a investigar en la vida de cada uno, saldrían mil y un manías que no nos habíamos dado cuenta de que existían; en mi caso yo soy bastante obsesiva y me fascina estarle buscando a cosas que hago que no me daba cuenta que hacía. Luego hay otras, como la manía de Ornella con la bolsa y los baños públicos – la cual la comparto absolutamente – que uno termina por darle cuerda y ya la vemos como una costumbre.

Pero, sobre todas las cosas, mi manía predilecta es aquella de darle vueltas a absolutamente todo lo que acontece y aconteció en mi vida, esos pequeños detalles que a nadie le importaron pero que yo los hago parte de mis múltiples crisis y, a partir de estas pequeñeces, creo pequeñas historias (más telenovelas que cualquier cosa importante) en mi mente que dan pie a nuevas historias y así y así.....

Supongo que lo que me fascina del tema de las manías es que son tan irracionales, pasan tan desapercibidas, son tan involuntarias.... Son ese pequeño detalle...

jueves, 30 de abril de 2009

¿Qué hay detrás de esa ventana?

en tu forma de ser: no darle tanta importancia las cosas, cuestionar a la gente cuando se puede, burlarte de alguien cuando se deja o se puede, mirar feo a la gente cuando no te gusta algo que dice....
*mas?
de tus manías chidas están: reír evidentemente, precisar mucho tu Lenguaje, molestar (ah no verdad), buscar el lado chistoso o amable de las cosas....

abrir una conversación en el msngr sin decir HOLA y atacar el nick de los demás

no tienes?
*como la de mirar feo a la gente?


(Voy caminando, mirando las imágenes de la inmensidad cósmica –los espacios infinitos en un pequeño corredor-. Casi la pude mirar. Sé que iba hacia el lugar del cual yo me alejaba –en ese momento no estaba completamente seguro.) (Volteo. Ella va caminando, tal como lo predije. Sé que me vio, tuvo que haberme visto; sin embargo, pasa sin siquiera dirigirme una mirada) –Ilse! (Ahora volteas. Mueves tu mano como despidiéndote. Sonríes, pero no pronuncias un solo nombre. Sigues tu camino; sabes a donde nos diriges.) -¡Oye! -¿Qué pasó? Es que tengo prisa…

Mi mayor manía –creo yo– es contarme mi vida a mi mismo. (Fue la última palabra. Ambos entendimos, supimos esa despedida; sólo tú sabes las razones. Por mucho que lo piense, no voy a encontrar la salida de este laberinto. De todas maneras no importa: mi orgullo será nuestro nuevo límite.)

Esa otra manía, la de mostrar miradas agresivas o superiores, es uno de mis grandes defectos. Y la podemos entender de manera literal, pero también metafórica. Y la metafórica es aun peor –me hace correr demasiados riesgos. Así dice "Contra la soberbia":

A quien se infla
A reventar
La menor pinchadura
Lo hace estallar.
[¿Qué hay detrás de tus ojos? ¿Qué secreto intempestivo nos escondes? ¿Cuáles son las historias que te cuentas?] Vuelos estrepitosos; nubes de lluvia derramando el llanto de los… en humo te evaporas, en fuego te conviertes. Oscuridad. Luz, has soñado con la luz. Dejas todo: de la seriedad pasas a la risa: te envuelves en la nada [¿En la nada?] ¡En el todo! Pérdidas constantes, extremas, sinuosas: recuperaciones alegres; no importa el orden; sólo el caos existe [¿Es esa tu manía?] Es esa mi mirada –interior. [¿Imaginas?] Duermo. [¿Sueñas?] Anhelo. Es mi intento por romper… destrucción de lo establecido. Fuego debo ser.

Musas

La musas lo pueden ser todo, menos estables o coherentes; en general mas allá de la inspiración, que siempre se les agradece, dejan mas desorden del que encontraron, son traicioneras, viles, mujeres desagradecidas que abandonan con posibilidades de que sea definitivo.

Cuando las musas lo abandonaron, emprendió la búsqueda en la tierra, pues el aire permanecía tan transparente que sus pensamientos mismos se disolvían antes de poderlos completar.

Musas pasearon por su alcoba dejando experiencias, poemas, algunas una simple frase que cambio su manera de ver las cosas, pertenencias que guardaba en una pluma y que le servían de combustible a aquella mano que poco a poco resentía el desuso y se llenaba de óxido.

Un día encontró a una mujer que realmente creía ser musa y él, pretendiéndose poeta, la adopto, la alimento con quimeras. Ella encantada interpretaba su papel, se creía singular en su locura, única en sus lágrimas, bella con su inestabilidad.

Y comenzaron a vivir su drama, apasionado, irónico, incoherente, casi mortal. La locura los envolvió a ambos, la incongruencia también, era morir o matar y en un principio se mataron, por convicción y llevados por lo que creían amor.

Y como toda historia se repitió en farsa, la ambientación se hizo plástica, el diálogo previsible y poco sincero; farsa digna pero farsa; uno vivía sin querer ver, el otro haciendo la mentira su divisa.

Un ruido ensordecedor partió la escenografía y quedaron desnudos frente a frente, de la musa pocas cosas quedaron, sin maquillaje y sin vestuario se vio a si misma en su abismo, fácil era culpar al poeta del abandono acaecido, pero del papel nunca se desprendió.

Tras el cataclismo él percibió su esencia, de poeta tenía poco, solo la manía de buscar mujeres que quisieran ser musas.

miércoles, 29 de abril de 2009

Extrañas Manías

Hay una extraña manía en el fondo de cada vaso de alcohol que has consumido. Lo observas con detenimiento y ves esa brillante luz opacarse con el tiempo. Tomas el vaso entre tus manos y succionas su interior en el burdo intento de obtener más de ese líquido que te hace olvidar todas tus manías. Cada vaso es la expiación de tus culpas y tus obsesiones. Apacigua tu alma y la mantiene en un estado tranquilo de una extraña lucidez. Tus pensamientos se hilan mejor con cada vaso y tu pecho se libera. Si no fuera por la felicidad abrumadora en cada vaso, podrías darte a la tarea de llorar tus penas. Pero no es esa la razón por la que vacías solo, en una mesa de un bar desconocido, vaso tras vaso. Es el derrumbe de tus más profundas manías.

Con el alcohol, olvidas lavarte las manos cada cinco minutos. Tronarse los dedos ya es inconsciente, pero no lo es hablar con ella. Ella desaparece en el líquido que corre por tu garganta con cada sorbo que das. No haces planes con ella ni sopesas las diferentes problemáticas de cada escape que podrían darse. En este estado no recuerdas la posibilidad de un único escape y una única oportunidad; planes hechos con cautela en estado de sobriedad disueltos en cerveza.

Pero el alcohol viene pocas veces al mes. La mayoría de las veces te encuentras en soledad con tus manías. Encerrado en un cuarto donde la luz se atenúa por las cortinas constantemente cerradas, haciendo pronto el arribo del anochecer y perpetuando más allá de lo normal el amanecer, cavilas incesante. Tu mente da giros por el cuarto. Sube por aquella pared y te dedicas a observarlo. Jamás lo detienes cuando irrumpe y destruye tus pertenencias. Transgrede contra ti y lo dejas por creer en la bondad del pensamiento.

Es tu propio pensamiento el creador y portador de tus manías. Te gusta pensar en la melancolía cuando te abruma la alegría; en la euforia inalcanzable cuando la nostalgia arriba. Inconformidad de tu estado actual y hacerlo de esa manera. Es una manía mantenerse enfermo de este modo y te gusta. Buscas la manera de no caer en la tranquilidad. La tormenta insaciable provocada por ti mismo dentro de tu recámara desordenada.

Pero la manía naciente de este pensamiento cuya forma es la más extraña, es mentirte a ti mismo.

Birds

Se miró al espejo con el rostro bañado en lágrimas grisáceas y se echó a reír… Ya no había más que hacer sino tratar de sonreír ante el reflejo de su vida desmoronándose y aún así los ojos necios no paraban de llorar. Escuchaba una y otra vez esa canción que le decía que sólo era un pájaro, we are just Little birds, we are just waiting to be free…



Tantas veces él le grito, le dijo, le susurró: estás loca. Ella nunca quiso creerlo, lo negaba, se justificaba, se divertía haciéndolo creer en su locura inventada que ella veía lejana, inocua e ideal, sabía que pasaría pero no cuando, sabía que un día su cuerpo se volvería el caparazón de una mente desfasada de la realidad, que habría de fundirse en sus deseos viscerales y desprenderse de los atavismos del mundo en el que nunca encontró un lugar, para sumergirse en el suyo. En el universo construido sólo para ella.


Él le prometió que la acompañaría hasta el final, que estaría ahí sin importar lo que pasara, y ella debió saber que era una mentira, una de esas frases que cuando las escuchas en otras bocas emanan falsedad, más en los labios del que amas suenan a la música que te hace volar, que te hace creer y esperas que sean cumplidas sin importar cuán estúpidas o irrealizables sean.

La amaba por esa manía de ser ella, de no corresponder al tiempo ni al espacio, de navegar a su propia velocidad. La dejó por lo mismo, por la oscuridad oculta bajo la blancura de sus manos, por su voz que al levantarse desgarraba los cielos. Las incongruencias del amor son inexplicables.
Primero se reía de la espontaneidad, de los desvaríos, de su cuerpo desprendiéndose del universo pero cuando la vio a la cara, tal y como era se horrorizó, huyó sin mayores explicaciones; los dos se arrancaron del pecho una estampa desgastada, los dos se quedaron solos como antes, pero más solos. Después de conocer el amor y perderlo nunca vuelves a ser el mismo.


Así que ese día mirándose al espejo como la vió él, se dio cuenta de su inmundicia, de que sus ojos no eran humanos, de que sus manos llevaban espinas, creadas para lastimar solamente las caricias eran falacias y su sangre comenzó a fluir más lento, a palpitar inusualmente y se le antojó divina, reivindicadora, la purificación de su alma estaba a punto de volar como el pájaro que ella añoraba ser. Siguió sonriendo y dejó de estar loca, dejó de estar. Se hizo uno con el viento, finalmente fue libre.

martes, 28 de abril de 2009

No me harto, no me aburro, no me canso.

La siguiente acepción resultó ser mi preferida: "Especie de locura, caracterizada por un delirio general, agitación y tendencia al furor". (Diccionario de la Lengua Española XXI edición).
Es una pequeña cita, creo yo necesaria, para profundizar aún más en el asunto. Solía entender las manías como malos hábitos, pero ahora sé que los malos hábitos son vicios y sólo eso. Las manías resultan ser otras cosas curiosas de la vida dignas de no calificarse, son manías y punto.
¿Maniaca yo? Si ¿De qué? De encontrar el perchero ideal para colgar mi bolsa cada que asisto a un baño público, esta manía mía es reciente (si consideramos reciente mi ingreso a la Universidad), como reciente también es el uso de bolsas y abandono de las mochilas que de ninguna manera resultaban ligeras para llevar a todas partes, cosa que las hacía candidatas para su abandono en el aula ente clase y clase. Cuando no encuentro el soporte ideal para evitar que el objeto de mano haga contacto con el piso, opto por utilizar el seguro de la puerta o en su defecto, como producto de mi deseperación, enojo y falta de opciones, uso alguno de mis brazos de auxiliar en la tarea aunque se duerma por la mala circulación sanguínea que su mala posición le cause. Todo sea por salvaguardar mi bolsa de ese tipo de piso extra-sucio.
Mi segunda manía más importante es sentarme buscar lugares que yo llamo "estratégicos" en el puma, el pesero o la combi, en el primero busco sentarme cerca de la puerta trasera para bajar en la parada clandestina (porque no tiene señalamiento), en el segundo sólo me siento en el lugar que considere adecuado para a la hora que decida bajar no lo haga entre permisos no escuchados, empujones, apretones, jaloneos de bolsa, etc. y en la combi mi lugar ideal es en los asientos traseros, de preferencia el lado derecho para que no me dé el sol y pueda yo dormir -durante 40 minutos que dura mi obligatorio recorrido de la casa a la Universidad o viceversa- no teniendo la molestia de pasar pagos completos y cambios entre el chofer y pasajeros. Si hay lugar con esas caracteristícas, no me siento y cuando no puedo permanecer de pie, mejor no abordo.
Otra interesante manía que atrae mi soledad es pensar en umbrales de dolor -no precisamente físico- y equilibrios en la vida, me pregunto sólo por balance universal si la felicidad y la infelicidad crecen (o se hallan ya) en proporciones iguales en la vida de cada uno o ¿es acaso algo realmente inconstante?, respecto a las personas que no les da miedo morir (bueno, es lo que ellas dicen) ¿son muy valientes o no les gusta su vida?¿ les es indiferente?, ¿Además de lo que cada uno sienta y piense, existe otro medio externo que determine lo que merecemos y lo que no merecemos sea bueno o no?. Más allá de un intento que no hago por filosofar, esas dudas que surgen en mi cabeza son por demás auténticas, y de ninguna manera nacen en momentos de aburrimiento. Utilizo el término balance universal no con la intención de hacer algún tipo de referencia divina, sino de reconocer que -afortunada o desgraciadamente- no todo lo que sucede durante nuestra existencia depende o lo determina cada uno de nosotros en su condición ser humano, sino que siempre estamos sometidos al los dogmas de la vida, situación por la cual no podemos ser totalmente libres.
Esta es mi otra manía, buscar respuestas a preguntas que tal vez nunca pueda resolver y que por más inútil que parezca esta actividad creo que es un buen ejercicio para mi mente y sino, al menos, resulta un aderezo interesante para aquellos momentos sin compañía.
** Me pregunto cuál es el punto en el que las filias y las fobias tienen a volverse manías**

lunes, 27 de abril de 2009

Me gusta comerme las uñas...

pero esa no es de ninguna forma una manía extraña. Me las como cuando estoy aburrida o nerviosa, en clase o en el metro, hasta que me dicen "Gloria, deja de comerte las uñas!" y entonces sólo me gusta jugar y tronarme los dedos, manía de un viejo amigo. Así como tronarse los dedos mutuamente, se van creando manías extrañas entre las personas.
Como tus abrazos, esa maldita manía de abrazar a la gente como si la conocieras desde hace mil años, y entonces hacerles creer que pueden confiar en ti para lo que sea. Como cuando te enojas por algo y sólo puedes agarrarme del cuello, por atrás, como si fuera cariño, cuando en verdad sólo quisieras ahorcarme.

Y esa manía de que cada vez que me preguntas que pienso, sólo besarte, pero es que no existe otra forma de callarte, a menos de que sea tocarte la espalda y empezártela a besar, pero eso nos lleva siempre a otras manías raras. Manías que se convierten en un ritual. Agarrarte por el cuello y besarte, pasar poquito a poco a tu cuello y terminar por tu espalda.

Tus ojitos se cierran y otra vez, me abrazas como si pudiera confiar en ti. Te relajas y me besas los ojos, queriéndolos cerrar, pocas veces te gusta sentirte juzgado y ni pensar que has perdido el control . Me abrazas y no puedo soltarme, siento tus manos jugando con mi espalda , una enredando mi cabello entre tus dedos. Mis manos arañándote la espalda, que otra cosa pueden hacer. Me avientas a la tierra, y empiezas a besarme de la cabeza a los pies, extrañas manías las tuyas. Así, sólo logras mantener el control, que importa lo demás, yo soy una ramita a punto de ser cortada.

Si no fuera por tus malditas manos. Esas manos bellas, largas y delgadas, que se le notan los huesitos; sus dedos largos, con uñas aceptables, que no te muerdes como yo. Yo y mi creencia de que las manos bellas tienen alguna habilidad especial, aquéllas que agarran una pluma fuente o un pincel, que agarran un hilito mágico que te envuelve mientras hablan. Malditas manos, si tan sólo no me gustara agarrarme a ellas cuando tengo miedo.

(Ok, pronto pondré que mis post son Clasificación C)