martes, 28 de abril de 2009

No me harto, no me aburro, no me canso.

La siguiente acepción resultó ser mi preferida: "Especie de locura, caracterizada por un delirio general, agitación y tendencia al furor". (Diccionario de la Lengua Española XXI edición).
Es una pequeña cita, creo yo necesaria, para profundizar aún más en el asunto. Solía entender las manías como malos hábitos, pero ahora sé que los malos hábitos son vicios y sólo eso. Las manías resultan ser otras cosas curiosas de la vida dignas de no calificarse, son manías y punto.
¿Maniaca yo? Si ¿De qué? De encontrar el perchero ideal para colgar mi bolsa cada que asisto a un baño público, esta manía mía es reciente (si consideramos reciente mi ingreso a la Universidad), como reciente también es el uso de bolsas y abandono de las mochilas que de ninguna manera resultaban ligeras para llevar a todas partes, cosa que las hacía candidatas para su abandono en el aula ente clase y clase. Cuando no encuentro el soporte ideal para evitar que el objeto de mano haga contacto con el piso, opto por utilizar el seguro de la puerta o en su defecto, como producto de mi deseperación, enojo y falta de opciones, uso alguno de mis brazos de auxiliar en la tarea aunque se duerma por la mala circulación sanguínea que su mala posición le cause. Todo sea por salvaguardar mi bolsa de ese tipo de piso extra-sucio.
Mi segunda manía más importante es sentarme buscar lugares que yo llamo "estratégicos" en el puma, el pesero o la combi, en el primero busco sentarme cerca de la puerta trasera para bajar en la parada clandestina (porque no tiene señalamiento), en el segundo sólo me siento en el lugar que considere adecuado para a la hora que decida bajar no lo haga entre permisos no escuchados, empujones, apretones, jaloneos de bolsa, etc. y en la combi mi lugar ideal es en los asientos traseros, de preferencia el lado derecho para que no me dé el sol y pueda yo dormir -durante 40 minutos que dura mi obligatorio recorrido de la casa a la Universidad o viceversa- no teniendo la molestia de pasar pagos completos y cambios entre el chofer y pasajeros. Si hay lugar con esas caracteristícas, no me siento y cuando no puedo permanecer de pie, mejor no abordo.
Otra interesante manía que atrae mi soledad es pensar en umbrales de dolor -no precisamente físico- y equilibrios en la vida, me pregunto sólo por balance universal si la felicidad y la infelicidad crecen (o se hallan ya) en proporciones iguales en la vida de cada uno o ¿es acaso algo realmente inconstante?, respecto a las personas que no les da miedo morir (bueno, es lo que ellas dicen) ¿son muy valientes o no les gusta su vida?¿ les es indiferente?, ¿Además de lo que cada uno sienta y piense, existe otro medio externo que determine lo que merecemos y lo que no merecemos sea bueno o no?. Más allá de un intento que no hago por filosofar, esas dudas que surgen en mi cabeza son por demás auténticas, y de ninguna manera nacen en momentos de aburrimiento. Utilizo el término balance universal no con la intención de hacer algún tipo de referencia divina, sino de reconocer que -afortunada o desgraciadamente- no todo lo que sucede durante nuestra existencia depende o lo determina cada uno de nosotros en su condición ser humano, sino que siempre estamos sometidos al los dogmas de la vida, situación por la cual no podemos ser totalmente libres.
Esta es mi otra manía, buscar respuestas a preguntas que tal vez nunca pueda resolver y que por más inútil que parezca esta actividad creo que es un buen ejercicio para mi mente y sino, al menos, resulta un aderezo interesante para aquellos momentos sin compañía.
** Me pregunto cuál es el punto en el que las filias y las fobias tienen a volverse manías**

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