sábado, 16 de mayo de 2009

Mmm... ¡pero si estábamos chupando tranquilos!






"El alcohol me hace muy bien... lo que me hace mal es el aire"

Esto lo dijo una muy querida amiga que, hace unos meses, en medio de su borrachera se estampó contra la puerta de un restaurante cuando regresó a buscar su bolsa.
Esta misma amiga ayer contestó un test en donde se le pedía que describiera a sus amigos, trató de encontrar un punto que clasificara a todos y sólo encontró que lo único que los englobaba a toooodos era "bien borrachos". Esta misma amiga y yo compartimos otro amigo economista que, cuando está sobrio, le dice a mi hermano que le parece genial que se vaya a estudiar al ITAM, que es un gran lugar, pero cuando se le pasan las copas no para de decirle que es un pinche reaccionario, que el ITAM es una aberración e intenta adoctrinarlo.
El alcohol es un tema sobre el cual todos tenemos una opinión o una anécdota que gira en torno al mismo. Toda la bola de cosas que hemos dicho, hecho, bailado y cantado en un estado etílico y que, por supuesto, no se nos hubiera ocurrido hacer en nuestros cinco sentidos. No negaré todo lo que he llegado a hacer cuando me he bebido hasta el agua del florero, cosas que la verdad me llegan a remorder la conciencia por meses y meses, pero tampoco negaré que en esos estados uno tiende a decir verdades, a sincerarse con amigos que en algún momento quisimos matar, que planeamos abandonar, que en algún momento nos gustaron y que no lo queríamos decir. Todo esto, según yo, lo hacemos porque asumimos que el otro está igual o más pedo que nosotros, que las cosas son irrelevantes y que las palabras se las lleva el viento.

Todos hemos leído el famoso forward en donde se nos explican las diferentes facetas de la borrachera, casi todos las hemos vivido, los cantos alegóricos, las llamadas innecesarias, los momentos filosóficos y de elevación del espíritu, la pérdida de la conciencia y lo terrible que es que todos te recuerden después lo que dijiste, lo que gritaste, lo que lloraste y anexos. Yo no creo que a huevo los borrachos digan la verdad, hay de borrachos a borrachos, pero si creo que cuando el alcohol llega a nuestro sistema cuando éste se encuentra sensible tendemos a sincerarnos y decir todo lo que, según esto, queríamos guardarnos para nosotros mismos.

En mi caso personal, soy alérgica al tequila, me encanta la chela pero la cruda de chela es la peor junto con la del vino, el vodka sólo me gusta cuando hace mucho frío, el mezcal me pone de buenas pero me molesta no poderme tomar más de tres por razones médicas (de hecho es tres o cuatro de todo tipo de alcohol excepto de cerveza light – que no es cerveza), el ron solito me parece genial siempre y cuando se excluya todo lo que se dice que es ron y NO es ron, el whisky me gusta con agua mineral. Todos tienen su historia, todos me recuerdan a algo o a alguien y el exceso de todos me recuerda muchas cosas que no debería de haber dicho o hecho jajaja.

3 comentarios:

Borchácalas dijo...

Muy de acuerdo contigo. El alcohol no nos hace sacar las verdades, sino aquellas cosas guardadas que queremos decir a alguien.

Me ha pasado más de una vez donde tengo ganas de decir algo, pero si no se encuentran las perosnas objetos o deseadas para dichas confesiones, no las digo no me importa cuan ebrio esté uno.

José Antonio Hernández dijo...

"Chupando tranquilos!!!".... no sé cuántas veces he escuchado esa frase jaja, a mi parecer es la mejor frase que se puede escuchar depués de un gran estado de embriaguez... o en todo caso la mejor defensa después de lo que se ha hecho en el mismo estado. Sabías palabras para titular el blog.

Solaris Sánchez dijo...

Jajjaja, nunca te he visto en estado etílico.

si eres bien tranquila con el alcohol!! lo eres más.