lunes, 16 de marzo de 2009

Enamorarse en la ciudad

A pesar de no haber vivido toda mi vida en el DF siendo defeño, siempre me he sentido como uno. De mis veinte años de vida, estos últimos cinco han sido los que más he disfrutado. Tal vez ha sido el hecho de que en la ciudad es tan sencillo perderse de la vista de los demás y sólo requiere un poco de imaginación para no ser encontrado –porque es claro que el ir a lugares que comúnmente visitamos nos llevara a eventualmente encontrarnos con gente que conocemos. He viajado en esta bella ciudad de norte a sur buscándome a mí mismo, y es en esta ciudad donde puedo decir que felizmente sigo fallando. No me alegro, me ha enseñado tanto y me sigue mostrando el mundo de una manera tal que preferiría jamás encontrarme. Más de uno dirá que miento, y tal vez tengan razón, pero al momento de escribir estas palabras, es una verdad.

¿Qué más amo de la ciudad? Antonio Machado lo dijo de la siguiente manera –y corríjanme si me equivoco-: Uno no es de donde nace, sino de donde se enamora. Para mi fortuna, yo soy de aquí, y es aquí donde me he enamorado algunas cuantas veces. Amores que han sido grandiosos y desgarradores, teniendo especialmente uno en la mente. El enamorarse de alguien en un lugar siempre convella el acto de enamorarse del propio lugar. Es algo que no decide uno, sino que toma su propio significado. Esta ciudad la he recorrido con el corazón en la mano desde que llegué y alguna vez intercambié mi corazón con otra persona y los llevábamos alegremente por toda la ciudad, de arriba para abajo en metro y camiones visitando lo que ellos quisieran visitar. Es parte de la belleza de la ciudad.

Después de un tiempo, cuando aquellos amores en la ciudad se transforman y se vuelven en algo indescriptible que uno no sabría clasificar, queda en la ciudad y en todos aquellos lugares que se visitaron el aroma de aquellas viejas vivencias. El sentimiento nostálgico vuelve a emerger de lo más profundo al recorrer aquellos callejones donde alguna vez se compartió el placer de encontrar a un niño perdido y salvarle de las tinieblas de la noche. Uno se enamora de la ciudad porque uno jamás deja de estar enamorado y se enamora aún más porque sus calles, monumentos, parques, hoteles, restaurantes, bares, escuelas y demás lugares, se vuelven un diario intangible en el cual quedaron escritas todas aquellas historias de amor y desamor que alguna vez forjamos con tanto ahínco y felicidad.

Yo amo esta ciudad porque en ella he aprendido a enamorarme y he olvidado como quitarme lo enamorado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó... la bella ciudad como escenario romántico. Bonita forma de tomar el tema.

Aguas con tus errores de dedo :)

López dijo...

Auch!!

Me gusta... casi tanto como me gusta enamorarme...

Anónimo dijo...

Uh me llegó al corazón!!! Muy bonita forma de ver el DF....Lo irónico de mi vida esque desde la primera vez que me enamoré fue de un DFeño y todavía sin vernime a vivir para acá jajaja, 10 hrs de distancia separan al DF de Tabajco, eso si viajas en camión y 7 u 8 hrs si t vas en coche, irónico no?? vivir tan lejos y mejor enamorarte de un Chilango ke de un Tabajkeño... Y casi toda mi linea a seguido en lo mismo...por eso insisto!!! I love DF...I love the Chilangos!!! xke yo llevo uno en el corazón!!! :)