martes, 26 de mayo de 2009

Más o menos

Antes pensaba que la suerte no existía, que todo dependía de la mano de Dios ¿qué fácil, no? Al razonar así me evitaba cuestionamientos, comparaciones y tal vez depresiones respecto a la que considero -ahora- mi poca (buena) suerte. Es tan poca que a veces no se nota o tal vez prefiero no pensar en ella. Y sinceramente no creo que sea algo malo, sólo creo que es poco afortunado y ya, ocasionalmente me consuelo la idea de que hay gente menos suertuda que yo.
Lo genial es que esa suerte que a mi me falta a otros le sobra, otros más la tienen equilibrada y así, eso resulta por demás interesante. y digno de observación, regocijo o envidias.
Y es que lejos de tener la oportunidad de ir a la Universidad o de las habilidades en puntualidad que cualquier persona tenga, sé pues que la suerte va más allá, está en esas cosas que se hallan muy lejos de nuestro control, por ejemplo: los aguaceros estilo diluvio a la mitad del camino y te hacen decir "No parecía que fuera a llover, hacía taaanto sol"; la ocasión que vas estrenando una prenda nueva y al caminar pisas un charco y te salpicas de algo más turbio que la lluvia acumulada; la vez en que el auto (que se encontraba en las mismas condiciones que otros cuatro) es víctima de la grúa hiperactiva que justo cinco minutos antes de que llegara su dueño se lo lleva; o cuando se va el agua el día en que más prisa tenías y habías pasado la noche sudando sin razón, por lo tanto era necesario una ducha urgente, y finalmente: arribas tarde por hacer malabares con el garrafón de Electropura y tu tambo de agua ahorrada, además de hacerlo en condiciones de limpieza media. Como ejemplos de esos hay varios, lo mejor de todo es que a largo plazo y en calidad de recuerdos suelen dar risa y en el fondo despiertan el deseo de que nunca vuelvan a suceder.
Lo indiscutible, como ya mencioné, es que hay personas con más suerte que otras, hay quienes no tienen y hay otras a las que les sobra (aunque no sean del todo inteligentes y ni siquiera noten su suerte), pero en fin. Así es la suerte.

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