miércoles, 8 de abril de 2009

Lights and Music

Bajo el manto nocturno todo se ve más brillante, el silencio maximiza la música, los sentidos están alerta, la oscuridad ilumina, aturdidos por el alcohol y la euforia nos dejamos llevar por el vaivén de los sonidos. Somos quienes queremos ser, nos mostramos al mundo y pareciera que todo es posible…

Mi madre se fue hace un año de mi casa y yo me quede viviendo con mi hermana y mi cuñada quienes no me ponen muchas restricciones, ellas viven su tranquilo y apacible amor en su recámara mientras yo hago de mi vida lo que quiero o lo que puedo. Siempre he sido una criatura nocturna, mis ideas fluyen más fácilmente, antes como otros lo mencionaron, me conformaba con fantasías o con apasionarme con una lectura hasta el día en que pude lanzarme a las calles a buscar por cuenta propia mis historias.

Después de estar sometida por tantos años al yugo materno que ahora veo más o menos estricto pero que antes consideraba una dictadura me vi libre de todas ataduras y capaz de hacer todo lo que no me permitían antes y lo hice. Ha sido un año intenso en el que he vivido más de lo que en mis dieciocho completitos.

Conocí la noche como siempre había querido. No hasta las dos de la mañana como siempre me exigían, conocí las cuatro, las cinco, las seis, vi salir el sol lentamente mientras yo aún sostenía un vaso en la mano, un cigarro en la otra y con toda la fiesta encima, deseando que la oscuridad durara más y que el frenesí nocturno fuera eterno.

Aproveché (y aún lo aprovecho) todo lo que puedo, esas concesiones que tengo por ser relativamente independiente, por mantenerme con mis propios medios y por ser responsable de mi misma y con esto he coleccionado muchos momentos inolvidables bajo la tenue luz de las estrellas, ahora tengo muchas historias que contar.

Me volví adicta a esa brisa mágica que surge solo en las madrugadas cuando caminas por calles semidesiertas y bajo los efectos del alcohol, la euforia y otras sustancias. La noche es buena cómplice, pero también es mala consejera, hace que los instintos primarios broten y las ideas absurdas parezcan posibilidades.

Recuerdo la noche en que muy ebria me pareció buena idea arrojarme a una fuente, la vez que después de un romance con un desconocido en una fiesta terminé alrededor de una fogata bebiendo Reyes con albañiles o tal vez aquella ocasión que el policía de mi calle me encontró en situación comprometedora dentro del coche de otro de mis amores fugaces.

Una noche que recuerdo con sentimientos confusos fue esa en la que en medio de la plaza de Garibaldi y con la música de mariachis de fondo le dije al hombre que amaba que no quería verlo más, que ya no lo soportaba y que debíamos terminar; en un 16 de septiembre para acabar de completar la escena dramática. Después fuimos a un bar gay en el que un morenazo voluptuoso se quitaba la ropa y ofrecía lo que Dios le dio, a los espectadores.

Recuerdo cuando al mismo hombre le lancé una botella de cerveza a los pies; el día en que tumbada en el piso de Bellas Artes lloré bajo la lluvia por lo asquerosa que me parecía mi vida en ese instante, recuerdo el día en el que él me rompió el corazón después de un concierto en el que me dijo que ya no me quería, la vez que juntos nos embriagamos hasta no poder más y él terminó vomitando uno de mis pies.

Hay veces en las que suceden cosas inexplicables y te preguntas ¿Cómo chingados llegué yo aquí? ¿Por qué estoy metida en las aguas asquerosas del canal de Xochimilco? ¿Cómo es que terminé en el coche de unos rockerillos que prometen llevarte a su casa en Cuernavaca? ¿Por qué estoy negociando con unos policías para que no me lleven al MP? ¿Por qué estoy paseando a deshoras de noche de la mano de dos tipos en ácido? ¿Por qué me estoy imaginando a una rubia en el asiento delantero del auto cuando no hay nadie ahí? ¡Todas esas son preguntas sobre situaciones que sólo pasan y se pueden explicar de noche!

Muchas noches me he enamorado efímeramente en la oscuridad, romances intensos y arrebatados que en la mañana desaparecen. Tuve a un hombre al que sólo veía de noche, sólo salíamos cuando el sol estaba oculto, como si de otro modo no existiéramos, él lo iluminaba todo con sus palabras, él me enseñó sonidos que jamás había imaginado y me mostró otro mundo, justo como yo quería que fuera. Yo era su falena y volaba hacia él cada que me lo pedía, pero cuando lo quise ver de día todo se perdió, sus ojos no eran tan dulces y sus manos no me tocaban igual.

Por alguna extraña razón nunca me ha dado miedo caminar a altas horas de la noche por ésta conflictiva ciudad, incluso hay un sentimiento extraño que me atrae del riesgo de que algo extraordinario pase. Me fascina caminar por el centro sabiendo que es peligroso y teniendo la certeza de que nada me va a pasar a mí porque mi burbuja protectora que me inventé está activada.

Me molestan esas personas que no salen porque no saben cómo van a regresar, pero en el fondo las entiendo, antes yo era igual, sin embargo son pocos los que están dispuestos a lanzarse sin saber que va a suceder cuando el transporte público deja de funcionar. La noche también es benévola, siempre te da opciones y debes arriesgarte a tomarlas, tal vez es inconsciencia de mi parte pero al final: ¿Qué puede pasar? Vida sólo hay una.

Y así tengo muchas más anécdotas bajo el cobijo de la luna. Tantas luces de colores, tanta música, tantos amores, tanto alcohol y tantas resacas son invaluables para mí porque sé que el día en que mi madre regrese, volveré a ser la niña frustrada que sueña con salir de noche y mi único consuelo serán todas éstas aventuras que les cuento y que espero no sean las últimas.






5 comentarios:

Javier Gonzalez dijo...

Me gustó, melancolico pero divetido. jajajajaja... Sigue así.

Borchácalas dijo...

¿Pretendes hacerme llorar?

Si es así, casi lo logras.

Te doy siete estrellitas de cuatro.

Anónimo dijo...

no mames srita.. scribes muy muy lindo yeah casi pude vislumbrar tu cara en garibaldi ajaja no ya sin mamar.. lo digo en serio

(aplausos!!!!)

Solaris Sánchez dijo...

Yo soy de esas personas que no salen porque no saben como regresar a su casa, pero me he quedado sin transporte y aun así llego, a las 3 de la mañana pero llego caminando, el problema son los perros que te persiguen por las calles, afortunadamente tengo carnita en mis piernitas y no me han alcanzado.
No se cuanto me dure la buena suerte :P

Anónimo dijo...

bastante revelador dira sho