domingo, 5 de abril de 2009

Mis padres tienen la culpa...

de que yo no tenga tantas historias que suceden de noche, pero tal vez sí. Quién sabe. Tengo 19 años y me protegen como si tuviera 12, sin embargo, siempre hay que buscar las oportunidades, ha cualquier hora.

Es de suponer que a los 12 me protegían más que a los 19, pero estarían equivocados. Yo estaba hasta las dos de la mañana platicando con mis amigos, mientras ellos jugaban con un playstation o intentábamos robar naranjas de un carrito. Alguna vez encontramos revistas porno en lugar de naranjas, fue la primera vez que vi porno. Recibí serenata con guitarrita y toda la cosa a los 13 años, mis padres creyeron que mis amigos estaban jugando. Cuando tuve mi primer novio platicaba con él hasta las cuatro de la mañana y sólo nos separaba una ventana. A veces no.

A los pocos años me encerraba con él (no hombre, no con el primer novio) en cuartos que llegabamos a pagar (¿Qué qué??), me gustaba cerrar las cortinas y apagar las luces para pensar que era de noche, me gustaba dormir junto a él. Me gustaba ponerme sus camisas y caminar con ellas por el cuarto, por la sala, por la cocina. Me gustaba platicar con él, jugar a cuestionar la existencia e inexistencia de las cosas. Me gustaba todavía más si era a altas horas de la noche.

La última noche llegó con un boleto de Kusturica. Había gritado con Kusturica, saltado y cantado en la comodidad de mi casa a las dos de la mañana, entregándome al sonido del violín, de los gritos, pero no hay nada como ver señores de la edad de tus padres gritando y jugando en un escenario. No hay nada como ver que regresa aquéllo que creías perdido una noche anterior. La noche trae sorpresas, sólo hay que saber aprovecharlas; hay que sentarse ha escuchar la novena. (Beethoven se esucucha de noche. Hay cosas que sólo debieran suceder de noche.)

Ayer en la noche en el centro histórico de ésta ciudad, ví la pelea de un anarquista contra un cristiano. En la oscuridad, la única forma de distinguirlos eran las letras de sus playeras: -pescadito-"jesús vive en mí" vs -A-"sin dios y sin gobierno". Fue en la calle donde hay un club swinger.

Así es esto de la familia conservadora, para contrarrestarlo se ha de tener inventiva.

1 comentario:

Borchácalas dijo...

Jejejejeje.

Conozco bien el sentimiento de tener que llegar a casa. Bien que lo sé.

También conozco la añoranza.