miércoles, 15 de abril de 2009

No sólo las tetas mueven...

Romeo perdió la mitad de su capacidad cerebral (que al parecer no era mucha) por una muchacha de nombre Julieta; Adán, nos negó el paraíso eterno y la comodidad de andar encuerados por la vida por seguir a la chismosa de Eva; hasta nuestro Pedrito, el Ídolo de México, aquel que sufrió por tanta vieja rejega que destrozó el hígado y le dejaron la voz aguardientosa, nos abandonó un día como hoy a causa de una mujer que solicitó su ayuda y lo hizo capaz de manejar un avión allá por la península de Yucatán.
Esto se podría entender de una sencilla manera si pensáramos que la causa común de todos estos acontecimientos es una curvilínea mujer, pero no, seria inexacto afirmarlo, es más, cometería un error garrafal; dejemos en claro, el poder no lo tienen la tetas (palabra que por alguna razón me cuesta escribir, leer y decir; ya ven, cosas de mi delicada educación y de mi rígida moral pueblerina), lo tiene esa bella condición humana que se llama calentura.

Y con eso se entiende mucho mejor el refrán. No son las "tetas" son las miradas y las sonrisas, las palabras y los ojos; todo lo que son capaces de hacer por convencerte y hacerte creer que pueden ser tuyas.

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Ella tenía los ojos mas bonitos que yo hubiera visto; su risa, a veces tan taladrante y molesta, otras tan clara y contagiosa, lo llenaba todo... y tenía la cabeza hecha un desorden.
Cuando la conocí no la reconocí por sus botas pero definitivamente cuando todo acabó quedaron un par de cosas rotas.
Me dio un papel que jamás había interpretado, fui su héroe, su príncipe azul, su tierra y ella mi luna; bajo su influjo hice cosas que jamás creí hacer, la rescate de las amenazas, era su soporte mientras su castillo se derrumbaba, le prometí un mundo mejor, le sanaba las cicatrices tras la batallas.
Me convertí en todo lo que necesitaba, me adelantaba a sus deseos, todo capricho le cumplí, bastaba con que lo pidiera para que buscara como dárselo; jamás lo entendí.

¿Que poder tenía sobre mi?, ¿Cómo me cambió?, ¿Cómo sucedió?.

No lo sé, simplemente pasó. Ella me movía.

Un día me di cuenta de que ese por mas que lo intentará, por mas que lo quisiera, por mas que me esforzara, no era yo.

Entonces la princesa, cambió de parecer, busco lograr por la mala lo que antes conseguía con sonrisas; deje de quererlo hacer y creyó que la dejaba de querer.

No la dejó de querer, pero las cosas cambian; su dolor me duele, me mueve: pero ahora ella tiene que salvarse y seguir adelante, para encontrarnos ahí donde un día prometimos.

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Pero también el amor mueve y más que un buen par de tetas o de carretas.

Aunque éste sea el último dolor que me causas,
y éstos sean los últimos versos que te escribo.

3 comentarios:

Chik CoOoCodRiloOo dijo...

Nn!!
T qDó bN bONiIo0oOO!!, aSí cOmO ToDo tU! jijiji

T KieRo MiIiIiILlLlL!

Anónimo dijo...

Así o más chafa?

Anónimo dijo...

cursíiiiiisimo!! ahora vemos al señor óscar arrodillado ante las puertas de l amor... cómo puede permitirse algo así eh?? supondré que en algún momento las sonrisas y bla-inserte cursilerías aquí- fueron suyas, nomás que así es la vida