lunes, 1 de junio de 2009

Tema Libre: Darme cuenta

Hay un momento de la vida donde me quise dar cuenta de muchas cosas; el andar solitario por el mundo y bajo la lluvia –sobre todo bajo la lluvia- es un placer deleitoso. Quise darme cuenta de estados anímicos contrarios son igual de ricos a sus momentos. La melancolía de extrañarle es equiparable a la sensación de tenerle cerca. Me quise dar cuenta de la naturaleza de las sombras y la luz; las plantas y los animales –sobre todo las aves. Descubrí un afán por la canela y su dulce-amargo sabor.

¿Dónde quedé con tanta realización? En el limbo. En el mundo hay un punto donde todo converge. En ese punto es fácil encontrarme. Es un lugar geométrico de la espiritualidad, donde todo existe y es tan amplio e imposible de abarcar. Veo reflejos de todo y nada a la vez. Todo se traslapa. Escucho música mientras el mundo gira alrededor mío sin pena ni gloria; el mundo simplemente gira alrededor de ese punto convergente.

En el mismísimo pilar del mundo, me quise dar cuenta de mi ignorancia y precario –aunque acomodado- estado. Me doy cuenta de mi gusto por el sufrimiento y mi gusto por el regocijo. El egoísmo y el altruismo no son opuestos, sino herramientas en distintas situaciones. Todo depende de nuestros fines.

Me quise dar cuenta de mi estado de retracción en ficciones y fantasía; pirarme a lugares lejanos a la realidad. En la realidad he encontrado caminos cerrados o confusos mientras en la fantasía el camino no existe. Me quise dar cuenta del verdadero poder de la palabra en su buen uso. Me di cuenta de mi poca habilidad para hacerlo.

Pero el mejor de mis descubrimientos es la canela y el sabor que le agrega a todos las bebidas que preparo. Descubrirlo al preparar cada vez una bebida. Descubrir, como si fuera nuevo cada vez, su dulce amargo sabor.

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